Las altas temperaturas provocan una mayor proliferación de insectos y un aumento de la demanda de repelentes de insectos de uso humano.
Los repelentes de uso humano son productos biocidas y contienen sustancias activas de carácter biocida, cuya finalidad es controlar mediante repulsión a los organismos nocivos, capaces de transmitir enfermedades infecciosas. De esta forma, se evita el contacto humano-vector.
Las enfermedades transmitidas por vectores suponen una preocupación para la salud pública mundial y constituyen el grupo de enfermedades que más está creciendo en el mundo. Entre los vectores, destacan los mosquitos o garrapatas, posibles responsables de la transmisión de agentes infecciosos causantes de enfermedades como la fiebre amarilla, el dengue, el virus zika, el chikungunya, la fiebre del Nilo occidental o la fiebre hemorrágica de Crimea Congo.
Una de las principales herramientas para reducir el riesgo por contagio pasa por disminuir el contacto con los vectores, utilizando, por ejemplo, productos biocidas repelentes de uso humano.